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      Leonardo Padura: “En Cuba hay un proceso de invisibilización de mi trabajo”

      El destacado escritor cubano está en el país para presentar la novela "Personas decentes", donde retoma al detective Mario Conde, protagonista de numerosos policiales.

      Leonardo Padura: "En Cuba hay un proceso de invisibilización de mi trabajo"El escritor cubano Leonardo Padura. Foto Marcelo Carroll

      De aquella primera vez, en 1994, que Leonardo Padura pisó suelo argentino invitado por la Feria del Libro “donde todavía no estaban mis libros”, el escritor cubano extraña ir a los cines de la peatonal Lavalle –“donde vi películas que en Cuba no sabía cuándo iba a poder ver”–, viajar en colectivo y en subte, pasear por el Tigre o caminar como un total desconocido por las calles porteñas “en una época en que el dólar y el peso estaban parejos y con tres dólares encontrabas un vino buenísimo de Mendoza”.

      Aquellos años 90 fueron también los que dieron inicio a la saga del detective Mario Conde, el personaje que por estos días lo trae una vez más al país, en esta ocasión para la presentación del policial Personas decentes. Y habló con Clarín Cultura.

      Dos épocas –y dos historias– se desarrollan en paralelo en esta novela: por un lado, el 2016, cuando Cuba se ve sacudida por la visita de Barack Obama –lo que significó la primera visita oficial de un presidente estadounidense a la isla desde 1928–, el concierto de los Rolling Stones y un desfile de Chanel. Momento crucial en ese país, momento de “deshielo” y de gran expectativa para los ciudadanos. Ese mismo año, pero el 29 de noviembre, también sería el de la muerte de Fidel Castro. 

      Por el otro, la Cuba de un siglo atrás, la de 1910, y los vaivenes de Alberto Yarini y Ponce de León, el mayor proxeneta de la historia cubana, aunque también un personaje querido y admirado, a cuyo entierro luego de su asesinato acudieron 10 mil personas.

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      A estos contextos reales, se le sumará la ficción (asesinatos por aquí y por allá), la perspicacia de un Mario Conde ya sesentón para resolver crímenes y la habilidad de Padura para construir un policial intrigante, mordaz e inteligente hasta el final.

      Para quienes ya lo conocen de ficciones anteriores como para quienes lo encuentren aquí por primera vez, Mario Conde, especie de alter ego de Padura, sigue siendo ese detective desencantado con la realidad de su país, pesimista sobre lo que vendrá y de algún modo resignado a la realidad que le toca.

      Lo que en síntesis puede leerse como una descarnada radiografía sociopolítica de Cuba y de los sacudones de su historia en la pluma de uno de los escritores cubanos más reconocidos en el mundo, ganador del Premio Princesa de Asturias en 2015, año en que también fue jurado del Premio Clarín Novela.

      –Estar de gira presentando libros es algo que no le gustaría mucho a Mario Conde, ¿o sí?

      –Le costaría mucho trabajo. Es que Mario Conde es muy políticamente incorrecto lo cual para mí es una enorme ventaja porque lo utilizo para decir cosas que yo tal vez no me atrevería a decir en estas épocas en que es tan importante la corrección política. Pues Conde es muy irreverente, muy heterodoxo y dice cosas que creo que al final son muy ciertas. Lo que pasa es que las sociedades cambian y lo que hoy es ilegal mañana puede ser legal.

      –¿A qué se refiere?

      –En la novela, por ejemplo, hay dos percepciones diferentes del fenómeno de la prostitución, la de 1910 cuando las prostitutas eran consideradas indecentes e inmorales y la de 2016 cuando esas mismas prostitutas se convierten en poco más que salvadoras de la familia, que las trata con respecto. Creo que es los códigos éticos cambian de una época a la otra.

      Pensé mucho en esta novela al hablar de fenómenos como la decencia y en la Cuba de principios de siglo esas mujeres fueron siempre condenadas por la profesión que ejercían. Y me pregunté hasta qué punto eran realmente personas indecentes, inmorales, cuando era la única manera que tenían para vivir. Además, generalmente son personas con las que se tiene una actitud despectiva o si acaso compasiva. Y yo traté de tener una actitud comprensiva.

      "Pensé mucho en esta novela al hablar de fenómenos como la decencia", dice Leonardo Padura. Foto Marcelo Carroll"Pensé mucho en esta novela al hablar de fenómenos como la decencia", dice Leonardo Padura. Foto Marcelo Carroll

      –Decente, según plantea en la novela, es la persona que dentro de su metier se mueve de forma correcta.

      –La decencia siempre se asocia con el buen comportamiento. Recuerdo cuando yo era niño que mis padres decían ‘Mira, esa familia es muy pobre, pero son decentes’ y eso les daba como un aval de respetabilidad, no tenía que ver con una cuestión de pertenencia a una clase o de posibilidades económicas, sino con un comportamiento.

      Creo que sigue siendo muy importante este comportamiento decente porque en un mundo donde cada vez más se vive aprisa, donde ser competitivo es casi una exigencia, donde la economía cada vez más decide cómo viven las personas, como siempre lo ha decidido, pero cada vez más porque se ha ido esto dilatando su tejido social, entonces qué nos queda. Pues nos queda la manera en que nos comportemos. Quería en esta novela, que es muy policíaca con varios crímenes y personas indecentes, resaltar la posibilidad de que todavía exista la decencia.

      –Hay un guiño a los lectores argentinos con un personaje llamado Natalia Poblet, como la gran librera y promotora de Clásica y Moderna.

      –Tuve una relación muy bonita con Natalia Poblet. He escrito incluso que es la mejor librera que he conocido en mi vida desde que la conocí en el 94. Yo fui a Clásica y Moderna y ahí nadie me conocía y me quedé deslumbrado. Tuvimos una relación de amistad que se extendió hasta pocos meses antes de su muerte. De alguna manera es un homenaje.

      –Y es también un regreso a Mario Conde, que apareció por primera vez en “Pasado perfecto”, publicado en 1991. Ahora más maduro. ¿Por qué?

      –En las cuatro primeras Conde tiene 35 años. Esta última, ambientada en 2016, tiene 62 años. Y este año acaba de cumplir los 68, porque yo recién cumplo 67, y él es un año más viejo que yo. Es una novela en la que regreso a un policial más intenso y a una mirada más profundamente habanera con toda intención. Yo sentía que en las últimas novelas de Conde lo policial se me desvanecía más e hice novelas más existenciales, más sociales, como Herejes, que se mueve entre Ámsterdam y La Habana de 1940.

      Ahora decidí hacer una novela que tuviera ese carácter policial, con la que trato de escaparme de la novela anterior, “Como polvo en el viento”, que es una novela muy dramática sobre la migración, con una gran cantidad de personajes. Necesitaba escribir algo distinto con un lenguaje más veloz.

      Leonardo Padura: "Mario Conde tiene cada vez más cosas que decir, porque se va haciendo viejo y va acumulando una experiencia que lo hace ver el mundo con mayor escepticismo, cuando es nostálgico y pesimista por naturaleza". Foto Marcelo CarrollLeonardo Padura: "Mario Conde tiene cada vez más cosas que decir, porque se va haciendo viejo y va acumulando una experiencia que lo hace ver el mundo con mayor escepticismo, cuando es nostálgico y pesimista por naturaleza". Foto Marcelo Carroll

      –¿Conde sigue teniendo cosas para decir?

      –Cada vez más, porque se va haciendo viejo y va acumulando una experiencia que lo hace ver el mundo con mayor escepticismo, cuando es nostálgico y pesimista por naturaleza. Tiene un sentido de humor bastante irónico, porque a diferencia de otros personajes como puede ser el Pepe Carvalho de Vázquez Montalbán que tiene un humor más cínico, más agresivo, Conde usa la ironía, que es más defensiva. Se defiende de ese mundo que no puede cambiar, que al contrario cambia para mal.

      –Y él se vuelve más ¿conservador?

      –En la medida en que envejecemos inevitablemente nos volvemos conservadores y nos cuesta mucho trabajo ir a la velocidad de los nuevos tiempos. Conde, por ejemplo, no tiene teléfono celular. Son maneras de demostrar una reticencia a dejar de ser lo que ha sido. Es un comportamiento universal. Justamente en los últimos 30 años creo que la evolución que ha sufrido el mundo y la humanidad en sentido general ha sido la velocidad en que se dieron los cambios. Ocurre en todas las sociedades.

      –¿También en Cuba?

      –La política está en manos de personas mayores que no pueden tener la percepción de la realidad que puede tener un joven porque su perspectiva de la realidad es otra. Ese desfasaje se da a veces de manera más agresiva a veces más dramática pero siempre ocurre. En la época en que yo era joven y escuchaba a Los Beatles había personas que consideraban que tener el pelo largo era de homosexual. No sólo en Cuba en cualquier parte del mundo. En el Reino Unido podías ser condenado. Hablamos de la misma época de Los Beatles. Esa relación entre lo nuevo y lo viejo es lo que dialécticamente hace avanzar la sociedad.

      21 de marzo de 2016. El presidente cubano Raúl Castro, a la derecha, levanta el brazo del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al final de su conferencia de prensa conjunta en el Palacio de la Revolución, en La Habana, Cuba. Castro y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, acordaron restablecer las relaciones diplomáticas en 2014, después de cinco décadas de hostilidad. Ambas naciones abrieron embajadas. Foto AP /Ramon Espinosa21 de marzo de 2016. El presidente cubano Raúl Castro, a la derecha, levanta el brazo del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al final de su conferencia de prensa conjunta en el Palacio de la Revolución, en La Habana, Cuba. Castro y el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, acordaron restablecer las relaciones diplomáticas en 2014, después de cinco décadas de hostilidad. Ambas naciones abrieron embajadas. Foto AP /Ramon Espinosa

      –Reynaldo Quevedo es el personaje que dispara la trama de 2016 al aparecer asesinado en su departamento. Como funcionario, había ejercido como censor en el pasado para que los artistas no se desviaran de “las consignas de la Revolución”, había sido un hombre déspota y cruel que había acabado con la carrera de muchos artistas y estaba en contra de la homosexualidad. ¿Aún persisten los Quevedos en Cuba?

      –Con respecto a una posible censura, mis libros se publican en España y nunca me han pedido que cambie nada de los contenidos políticos o sociales, porque eso es un problema mío y es una comprensión mía de la realidad actual. Esos libros circulan en Cuba cuando ya son un hecho consumado. Por supuesto que hay personas como posibles nuevos Quevedos a las que no le gustan estos libros.

      Cuando publiqué El hombre que amaba a los perros, que se publicó relativamente rápido con respecto a la salida en España, en una feria del libro yo dije ‘estoy asistiendo a un hecho al que nunca pensé asistir’, que era la presentación de esa novela en Cuba. Pero se presentó, ganó el Premio de la Crítica, al año siguiente me dieron el Premio Nacional de Literatura, y entonces es una situación muy extraña porque a veces la lógica estricta que pudiera tener una consecuencia de causas y efectos no se cumple.

      Y también soy Premio Nacional de Literatura, aunque soy un escritor del que no se habla nunca en los medios cubanos o se habla muy poco, me paso 10 años sin salir en la televisión.

      "En la medida en que envejecemos inevitablemente nos volvemos conservadores y nos cuesta mucho trabajo ir a la velocidad de los nuevos tiempos", señala Leonardo Padura. Foto Marcelo Carroll"En la medida en que envejecemos inevitablemente nos volvemos conservadores y nos cuesta mucho trabajo ir a la velocidad de los nuevos tiempos", señala Leonardo Padura. Foto Marcelo Carroll

      –¿Y qué piensa?

      –Que hay un proceso de invisibilización de mi trabajo, porque no se dan noticias de mis presentaciones en Cuba. Por vía oficial nadie ha sabido que haya publicado este libro y soy el único escritor cubano con un premio Princesa de Asturias, que debería ser significativo. Es una situación muy compleja y lo más doloroso es que ese acceso a mis libros sea justamente más complicado en el país donde yo quisiera que más y mejor circulen mis libros que es en Cuba.

      –¿Cómo circulan sus libros en Cuba?

      –Hasta ahora casi todos han circulado, hacemos ediciones especiales con mi editorial (Tusquets y Planeta). Este libro en España vale 22 euros y en Argentina, alrededor de 25 dólares. Eso es prácticamente un salario mensual de un cubano.

      Es decir que no sería posible importar estos libros primero por una cuestión económica; segundo el gobierno cubano no importa libros; solamente llegan libros a las ferias del libro de determinados instituciones y editoriales. El año pasado a la Feria del Libro, editorial Planeta de México mandó varios ejemplares de mis novelas, que se vendieron rápidamente a un precio muy bajo, asequible para los cubanos.

      Plaza de la Revolución, en La Habana. De fondo, la figura del Che Guevara. Foto AFP / PEDRO PARDOPlaza de la Revolución, en La Habana. De fondo, la figura del Che Guevara. Foto AFP / PEDRO PARDO

      –Y también se editan en la isla.

      –También se hacen ediciones en Cuba, con la editorial de la Unión de Escritores pero la situación económica ha empeorado muchísimo en estos años, el acceso al papel se ha complicado y tres novelas atrás, La transparencia del tiempo, está contratada pagada y todavía no circula. Y Como polvo en el viento logramos sacarlo por una editorial que distribuye sus libros en Cuba, aunque tiene su sede afuera.

      Y ahora vamos a ver con Personas decentes qué pasa. La novela salió publicada en España el 31 de agosto y el 1° de septiembre ya había una copia pirata circulando; es decir que los cubanos tienen acceso a mis libros por vías alternativas. A mí me parte el corazón encontrarme con gente joven que me muestra su celular y me dice ‘Maestro, mire, estoy leyendo su novela’. Se leen una novela de 600 páginas en la pantalla de un teléfono.

      –Menciona un proceso de invisibilización sobre su figura, siendo que usted ha elegido quedarse a vivir en Cuba, en La Habana, ha elegido no exiliarse.

      –Elegí quedarme, sí. Lo asumo no como un castigo sino como el resultado de una actitud. Yo no comparto determinadas maneras de pensar de la política oficial cubana y lo expreso. Yo hago en mis libros exámenes de la sociedad cubana que pueden resultar un poco urticantes para determinadas sensibilidades, escarbo en la historia pasada y reciente de Cuba y pongo a flote determinados procesos, momentos, actitudes que han ocurrido como fue esa década oscura de los años 70 en la que Quevedo fue el príncipe de las tinieblas y todo eso pues crea una relación complicada con mi persona.

      Pero yo necesito Cuba para escribir, aunque tenga esta relación difícil con determinadas instituciones. Soy el primero en el municipio en que vivo que paga los impuestos en el año esto pago cada centavo de los impuestos correspondientes y soy una persona decente con un comportamiento decente, pues es una decisión de carácter personal, cultural y humano vivir en Cuba.

      Tengo la posibilidad de vivir en cualquier parte del mundo y he decidido vivir y escribir en Cuba por cuestiones de carácter familiar, cultural, espiritual y porque lo extraño sería que viviera fuera de Cuba o que tuviera que vivir fuera de Cuba. ¿Por qué tendría que irme de Cuba? Es la pregunta más difícil y la que han tenido que afrontar otros muchos escritores cubanos que sí se han ido.

      En marzo de 2016, los Rolling Stones se presentaron en Cuba. Fue un recital histórico y gratuito. Foto AP Photo/Desmond BoylanEn marzo de 2016, los Rolling Stones se presentaron en Cuba. Fue un recital histórico y gratuito. Foto AP Photo/Desmond Boylan

      –¿Se siente vigilado?

      –No creo que esté más vigilado que el resto de los artistas.

      –Cuba vive desde hace décadas una crisis migratoria, que parece, por el momento, no tener fin.

      –Se calcula en 180 mil cubanos los que han cruzado la frontera de México y Estados Unidos. En el aeropuerto de La Habana, hay filas para los vuelos que van a Nicaragua, porque no piden visado. Y desde allí empiezan todo el tránsito centroamericano hasta cruzar la frontera. Eran parejas jóvenes con niños. Entonces te das cuenta que es un desangramiento terrible de gente que se está yendo del país buscando otra forma de vida.

      A veces hablas con esas personas y no tienen una percepción política de lo que están haciendo, es simplemente una percepción materialista, ‘no puedo seguir viviendo aquí tengo que ir a vivir a otro lugar para buscarme la vida en otro lugar’ y eso hace que sea mucho más dramático. Hay una generación que no tiene una responsabilidad política o una pertenencia política y sobre todo se mueven por razones de carácter económico, que tienen un origen político.

      Histórico recital gratuito de los Rolling Stones en Cuba. Foto REUTERS/Ivan AlvaradoHistórico recital gratuito de los Rolling Stones en Cuba. Foto REUTERS/Ivan Alvarado

      –“Hay que tener FE: familiar en el extranjero”, dice socarronamente un personaje. ¿De qué manera el humor forma parte de la idiosincracia cubana para enfrentar estas situaciones?

      –Con este fenómeno de la crisis migratoria, de cubanos que están saliendo hacia Nicaragua y desde allí hacia el norte por la Ruta de los Coyotes, hacer ese viaje cuesta 10.000 dólares. La gente vende la casa, el automóvil, lo que tienen, más lo que les mandan familiares. El sentido del humor a veces nos salva. El otro día leía un meme que decía 'compañeros coyotes, los que tenían dinero ya se fueron de Cuba por favor, bajen los precios para que los pobres también podamos irnos'.

      –Conde es un poco así.

      –El tiene la tendencia a ser un poco sufridor. Es un pesimista, sufre por anticipado, pero es que el pesimismo y el sufrimiento son muy dramáticos y aquí en esta novela, por ejemplo se habla de qué cosa es la felicidad, cómo se llega a la felicidad. Pero la felicidad es tan blanca que no tiene matices, contradicciones y yo creo que la desgracia, la tragedia, el drama, es lo que te enriquece.

      –En la novela, aparece Alberto Yarini, el mayor proxeneta cubano, un personaje que existió en la realidad. ¿Cómo se explica que fuera tan querido?

      –Este es un personaje que me persigue hace muchos años, yo escribí un reportaje periodístico sobre su vida en el año 87, cuando trabajaba en un periódico en Cuba, y desde entonces he tenido interés en él. Yarini es un personaje desproporcionado, hiperbólico e inclasificable, con educación en colegios norteamericanos, proveniente de una familia aristocrática, que dirige el negocio de la prostitución en La Habana, que tiene aspiraciones a cargos políticos, y con un discurso y unas actitudes difíciles de encasillar.

      Tuvo el entierro más grande y multitudinario de aquellos primeros años del siglo. Cuando murió en 1910, creó un mito creó que aún pervive. Quise escribir un guión para cine que no funcionó y lo rescaté para esta novela, porque me parecía que la época de Yarini y la época del presente tenían una cierta relación conceptual, de dos momentos de gran efervescencia en la sociedad cubana, después de los cuales se produce una especie de vacío.

      La Habana, Cuba. Foto EFE/ Ernesto MastrascusaLa Habana, Cuba. Foto EFE/ Ernesto Mastrascusa

      –Dos momentos distanciados por un siglo: uno antes de la Revolución y otro bastante posterior.

      –El momento posterior de la independencia de 1902 es de una gran frustración política y el momento del 2016 es un momento, no solo de una frustración política, sino también de una frustración sentimental, la gente creyó que era posible otra forma de vivir en Cuba.

      –¿Realmente se lo vivió así el 2016, con mucha esperanza de cambio?

      –Sí. Y en 2017 Trump practicó la política de cancelar las políticas de Obama, entre ellas las vinculadas a Cuba, que era algo que quizás hubiera provocado cambios importantes en la sociedad cubana; pero después todo volvió a ser el mismo lenguaje de guerra fría, de agresividad y de hostilidad.

      Padura Básico

      • La Habana, 1955. Antes de recibir el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015 por el conjunto de su obra, había logrado el reconocimiento internacional con sus novelas policiales protagonizadas por Mario Conde.
      • Entre ellas, Pasado perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras, Paisaje de otoño, Adiós, Hemingway, La neblina del ayer, La cola de la serpiente y La transparencia del tiempo, traducidas a numerosos idiomas y merecedoras de premios como el Café Gijón, el Dashiell Hammett, el Premio de las Islas 2000, el Brigada 21 o el Premio de Novela Histórica Barcino.
      • Las primeras han dado origen a la serie televisiva Cuatro estaciones de La Habana (Premio Platino).
      • También es autor de La novela de mi vida, El hombre que amaba a los perros (Premio de la Crítica en Cuba, premio Francesco Gelmi di Caporiacco, Carbet del Caribe, Prix Initiales y Prix Roger Caillois), Herejes (Premio de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza), Como polvo en el viento, del libro de relatos Aquello estaba deseando ocurrir, y de Regreso a Ítaca, así como de los ensayos Agua por todas partes y del reportaje Los rostros de la salsa.

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      Sobre la firma

      Paula Conde
      Paula Conde

      Periodista. Editora en la sección Cultura de Clarín. Formó parte de la redacción del diario La Razón (2006-2017). También pasó por el diario Olé y el semanario Noticias Urbanas. Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA) y egresada de DeporTEA. pconde@clarin.com


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